
En este apartado, el ser es tan o más importante que el saber. Ocupar cargos ejecutivos en los sectores público y privado requiere de una gran capacidad de respuesta. Permítame compartir seis puntos al respecto
Dominio de las leyes, cultura financiera y habilidades gerenciales a toda prueba, son cualificaciones que de manera recurrente se buscan en el talento a ocupar, tanto en empresas privadas, como en organizaciones públicas. Sobre las instituciones estatales, cabe destacar que la ciudadanía, en calidad conocedora de sus derechos y contribuyente al fisco, exige en medida creciente servicios de mayor calidad, con la salvedad de que apelan a las redes sociales si no lo obtienen.
Ofrecer servicios con estándar elevado requiere de la integración de diversos factores, desde la planificación estratégica, hasta los canales digitales. Como la combinación de esos distintos factores presenta retos de coordinación, gestionar con efectividad consiste en uno de los desafíos más relevantes en el camino del crecimiento institucional.
Por eso, por favor, permítame compartir seis principios que deben acompañar en todo momento a un gestor altamente responsable, puesto que estos conceptos responden a las necesidades de las organizaciones en un mundo que se reconfigura, al tiempo que se recupera del covid-19.
Honestidad, sobre todo
Nuestro comportamiento tiene que ser coherente con nuestras expresiones. ¿Quién expresa debilidades de carácter? Nadie. Todos, cumpliendo con lo socialmente correcto, nos presentamos como personas probas en las que se puede confiar. Al ser así como comunicamos nuestras marcas personales, resulta fundamental que el accionar que llevamos a cabo se relacione con esa pulcritud con la que queremos ser reconocido.
¿Más práctico? Bien, lo analizamos. ¿Contratamos al amigo aunque sabemos que otros candidatos que se presentaron para ese puesto son mejores? No es una cuestión intrascendente, al hacer eso defraudamos la confianza que se nos ha colocado como gestores; no estamos siendo honestos.
La honestidad es una corona brillante para los gestores responsables. Si bien es cierto que los capaces elevan la efectividad de la sociedad, quienes además son honestos cuidan del alma de la misma.
Saber hacer
Esto se aprende en la escuela de negocios: contabilidad, finanzas, manejo de equipos, trámites legales, entre otras habilidades duras. Para ser responsables, primero tenemos que estar preparados, porque esa “capacidad de respuesta” está sustentada en las destrezas profesionales.
Uno de los grandes logros de la administración de empresas es su profesionalización.
Maestros connotados de grandes universidades con renombre global han descubierto y, a la vez, compartido los principios básicos de una buena tenencia de las riendas de la una organización. Esos mismos conceptos académicos, aterrizado a la práctica, son los que han guiado a al menos tres generaciones de los CEOs con la responsabilidad de generar valor para los accionistas, en compañías pertenecientes al Standard &Poors 500 y entidades que han revolucionado los gobiernos de las naciones con el crecimiento más notable.
Saber estar
Esto se aprende en el hogar, en “las calles” y con la experiencia: tacto, diplomacia, prudencia, honestidad (sí, y más con la honestidad), calma y reflexión.
De no ser por estas cualidades valiosas, a cualquier recién graduado se le podría entregar las riendas de una organización.
Se trata del ejecutivo que es capaz de representar a su institución, no solo por sus comprobados conocimientos, sino también por su porte, buen conversar, autoridad personal y trato fino a los demás.
Tomando en cuenta que no podemos aprender eso en un tutorial, adquirir estas virtudes depende del carácter de la persona.
La misión escrita en la pared
El fin en mente. ¿A dónde la organización quiere llegar? ¿Hasta qué punto desea impactar en su mercado, su comunidad, su sociedad? Algo así debe estar escrito en la misión. Pues el gestor responsable pega esas líneas en un lugar visible, se las aprende hasta ser capaz de recitarlas y enfoca todos sus actos hacia el cumplimiento de las mismas.
Reclutar, lo más delicado
Con la misión clara y precisa, una de las grandes responsabilidades de los gestores es contratar, fichar o reclutar a quienes tengan las reales capacidades de aportar a la consecución de los objetivos. Tanto en el sector público como en el privado, es de suma importancia incluir al mejor personal posible, entre lo que ofrezca coyunturalmente el mercado laboral.
También, los buenos gestores saben que remunerar adecuadamente, en relación con la preparación y el desempeño, es de vital importancia para mantener la dinámica institucional en buen estado.
Delegar es clave
Entonces, una vez has reclutado a los mejores dentro de las posibilidades, delegar se convierte en una de las tareas más delicadas de la gestión responsable.
Asignar parte de las responsabilidades requiere de un desprendimiento que solo los líderes pueden desarrollar, además, hace falta saber diferenciar entre intenciones y capacidades, para no cargar a un colaborador bienintencionado con un asunto que escapa de sus fortalezas.
Fuente: https://listindiario.com/economia/2020/12/17/648717/principios-del-gestor-altamente-responsible